Quien tiene el privilegio de vivir, sabe que
el tiempo es caprichoso.
A veces, sus lecciones son tan repentinas que casi nos
ahogan, otras veces, se depositan tan despacio como un gotero.
Delante de la
avidez de nuestras preguntas, quien tiene el privilegio de
vivir, aprende a ver con serenidad el torbellino de la vida: amores eternos se
extinguen, urgencias se tranquilizan, pasos ágiles se transforman en ruedas.
Todo cambia, cambia la gente, cambia la familia, cambian los amigos, solo el
tiempo permanece igual, siempre cambiando, esculpiendo rasgos en mi cuerpo y dejando marcas imborrables.
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