En los últimos tiempos, mi EM me
ha estado dando una buena paliza. Se está haciendo más difícil para mí. Ya son varios
años que cuento con la silla de ruedas para movilizarme.
La he utilizado desde pequeños desplazamientos dentro
de mi casa hasta largos viajes aéreos y no he tenido problemas mayores. La espasticidad siempre me
tortura, porque mis piernas permanecen en una sola posición, pero la silla ha
sido mi salvación, así como se lee, la silla de ruedas me ha traído libertad, más
en esta ciudad condenada a la inaccesibilidad y falta de respeto hacia el
prójimo.
La evolución de mi enfermedad o
progresión, se ha convertido en una barrera psicológica, no sólo física. Recuerdo que hice
de todo para detener la progresión de la EM, pero fue implacable con mi
equilibrio y la fuerza de mis piernas. Nunca me imaginé llegar a quedar sin
poder caminar, llegué a ver el bastón como algo elegante, pero la progresión hizo
justicia a su nombre.
Hasta hoy siento que no ha parado
completamente. Poco a poco avanza, centímetro a centímetro, milímetro a
milímetro, pero no se detiene. Progresiva? ¿Qué diablos significa progresiva? Bueno,
está por demás definir el término, lo importante es que no se sabe dónde termina,
pero siempre existe una manera de superar los obstáculos.
En seis años me he dado cuenta de
cómo es mi EM. En una forma muy rápida he tenido que redefinir mi vida, mis
objetivos, mis metas. Antes, me preocupaba por los grandes problemas de este
país, ahora, me preocupo sencillamente, por no caerme. Solo de imaginar una
fractura se me pone la carne de gallina.
Parece un peaje esta progresión.
Tengo que pasar por esto obligatoriamente. Mis prioridades cambian constantemente. Las limitaciones
físicas también conllevan impactos psicológicos. Por supuesto que no me aferro
a lo que no puedo hacer, y si, a lo que puedo hacer. Simple así.
No importa en qué etapa de la
enfermedad me encuentre, sigo mirando hacia adelante. Tomó interferón, hago ejercicios,
fisioterapia y no paso de las 200 lb de peso. Me cuido un poco, para llevar el día
a día. Nadie sabe a qué edad llegará, pero mi objetivo es sobrevivir las 24
horas.
Los efectos secundarios me
han dejado en la lona. El clima incide en la espasticidad, por momentos me
siento bien, en otros, muy mal por la rigidez de los músculos. La progresión de
la enfermedad no da tiempo para sentarse y llorar. Hay que, literalmente,
moverse y hacer algo al respecto.
La vida se convierte en una constante adaptación.
Mis sueños no necesitan cambios, pues por increíble que parezca, siempre sueño
que estoy caminando, usando mis piernas normalmente. Nunca he soñado que ando
en silla de ruedas.
Extrañamente, y por suerte, he
encontrado que la realidad es más dura que la discapacidad. Usar una silla de
ruedas nunca fue algo que tomé en consideración, pero cuando ese momento llegó,
el mundo de alguna manera se mantuvo girando.
Los obstáculos se volvieron más difíciles,
sin embargo, con la ayuda de mi familia y mis amigos las cargas se tornaron más
livianas.
Luis quise ayer enviarte un correo pero el tiempo no me lo permitió, no lo olvido y tan pronto pueda te lo enviare, porque aun no queriendo hablar de la EM, hay veces que gusta intercambiar vivencias entre los afectados
ResponderEliminarANIMO