Se pasan ya 40 días del trasplante y no he sentido cambios en mi organismo. Estoy consciente de que es muy prematuro, sin embargo, quiero registrar como me voy sintiendo. He iniciado nuevamente la fisioterapia, de esta vez, viene a la casa un fisioterapeuta y durante una hora intento realizar los ejercicios.
Me siento como una estructura metálica abandonada, hay cierta similitud que es innegable. En sus mejores días, utilizaba mi cuerpo al 100%. Hacia ejercicios, deportes, gimnasio, etc., en perfecta sincronía con la vida. Ahora, casi inmóvil, luchando contra el óxido y el deterioro, siendo capaz todavía de recuperar la estructura y volverla útil.
En 5 cortos años he dejado de funcionar como una vez lo hice, pasando la mayor parte de mi tiempo sentado en una silla de ruedas, aunque me rehúse a aceptarlo. En estos años de lecturas e investigaciones sobre mi EM, he conocido a innumerables personas cuyas agallas y valentía me inspiran, verdaderas lecciones de vida, que deben servir de ejemplo para todos, enfermos y sanos por igual.
La EM sigue siendo una enfermedad incurable, podemos elegir entre una gran variedad de medicamentos y procedimientos donde ninguno garantiza la cura. No importa, seguiré intentando buscar nuevos tratamientos o ver la forma de cómo pagarlos. No me quedaré sentado de brazos cruzados, literalmente.