29 enero 2017

El pasado

No puedo andar botando cosas y cambiarlas por un modelo más nuevo. 

No hace mucho tiempo, mi mujer y yo, cuidábamos de nuestros hijos enseñándoles a preservar las cosas. Ya crecieron, incluso mi hijo mayor está casado, pero ambos tienen mejores celulares que nosotros.

No digo que esto esté mal, lo que pasa es que me da pena botar las cosas. El iPod, el primer celular, mi máquina fotográfica, en fin, todo se volvió desechable. Antes, lo único desechable para mi eran los platos y los vasos de domingo, ahora parece que todo tiene una vida útil muy reducida.

Soy de una época en que las cosas buenas duraban un tiempo razonable, es más, había cosas para toda la vida. La herencia de objetos tenía un lugar importante en la vida, vajillas, relojes, hasta ropa, si hasta ropa se heredaba, un mar de objetos se podía pasar de padre a hijo, de hijo a nieto, y así por delante.

Actualmente, casi nada se repara, todo se cambia, todo se bota. Las cosas ya salen obsoletas. Todo se tira, todo se desecha y mientras tanto, producimos más y más basura. El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.

Todos los desechos orgánicos iban a parar al gallinero. Lo que sobraba, los animales se lo comían o servía de abono. Es que no es fácil para una persona que educaron con el “guarde, alguna vez puede servir para algo”, pasarse al “compre y bote que ya hay un modelo nuevo”.

Me doy cuenta que mi cabeza no resiste a tanto cambio.

Ahora no sólo se puede cambiar el modelo del celular una vez por semana, sino que, además, se puede cambiar el número, la dirección de correo, la cuenta de Facebook, de Twitter y de Instagram.

Fui preparado para vivir con lo mismo toda la vida. Aprendí que se podía guardar todo. Absolutamente todo. Algún día las cosas podían servir de nuevo. Se guardaban hasta los dientes de nuestros bebes. Bueno, todavía tengo mi primer cacho de cabello, mis dibujos del kínder y hasta telegramas que se enviaron de cuando nací.

Creatividad era exprimir la vida útil de los encendedores desechables, de las hojas de afeitar y hasta de las baterías. Desechable era un término relativo.

Guardé el papel plateado de los chocolates y de los cigarros, coleccionaba de todo. Costaba mucho declarar la muerte de un objeto. Ahora, hasta la amistad es desechable, sin embargo, no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.


No voy a mezclar los temas, no lo voy a hacer. No voy a decir que lo perenne se ha vuelto caduco. No voy a decir que a las personas que les falta alguna función se les discrimina. No voy a decir  que el pasado se tornó efímero, desechable. No lo voy hacer.

2 comentarios:

  1. I like to save things also. My favorite seashells, rocks, a special card, a poem, rubber bands, boxes, wrapping paper, bubble wrap, cords, connections, nails, screws, a recipe in my Mother's handwriting, and all my old pictures. The tech stuff might be obsolete but the memorabilia of my heart ? Never ! Facebook friends are disposable but real friends not so much. Even ones that don't communicate might still be praying for you. I agree the trash generated from modern society is obscene. What do we do when everything we buy has three layers of packaging around it !?! Buying things used can be helpful in reducing waste if we can find quality products being resold. I like shopping garage sales ( that phenomena that is so popular in the U.S. ). That way other people's trash is my treasure !

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  2. Totally agree. Small actions can be taken to improve the useful life of the products. There are many memories that are close to the heart and can not be erased, they are our most treasured treasures.

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