Cuando cumplí 45
años tuve el diagnostico en mis manos. Esclerosis Múltiple. Fue una sensación
incomoda, pero tenía la idea de que con los medicamentos adecuados la podría
superar. Ledo engaño. Diez años después, me movilizo gracias a mi silla de
ruedas, manejo mi carro adaptado, continúo dando clases y agradeciendo cada día
que pasa.
Desde el inicio
fue todo muy difícil, sucedieron tantas cosas que cambiaron el rumbo de mi
vida. Ahora, cuando veo para atrás, siento que me he tornado una mejor persona,
más comprensible, menos estresada y menos preocupada con las cosas.
Entendí el
significado de enfermedad crónica. Puedo decir que aprendí mucho sobre la
enfermedad, sobre mí mismo. No quiero hacer un simple relato cronológico, hasta
porque, faltarían pañuelos. La idea es saber que tan importante ha sido llevar
esta compañera conmigo.
He sido casi
obligado, en cierto modo, a observar la vida desde otra óptica, de otro punto
de vista. Pienso que la EM llegó en la flor de mi vida, justo cuando me creía “o dono de mundo”. No voy a negarlo, fue,
es y será una condición difícil pero no imposible.
Quiero hacer una
aclaración antes de continuar, cuando digo que he aprendido sobre la EM, no
quiero parecer un ser superior, ha sido una situación que me ha tocado vivir,
algo como que me ha tocado jugar con las cartas que tengo. No ha sido
divertido, tampoco una tragedia. Conmigo el drama no tiene chance.
Lo más difícil
ha sido, por increíble que parezca, buscar estacionamientos, rampas, accesos
donde pueda pasar mi silla de ruedas. He tenido amargas experiencias con
personas “normales” que se creen con el derecho de atropellar mis derechos. Por
otro lado, he conocido personas que la amabilidad les transborda. No me puedo
quejar de que cuando necesito ayuda, siempre hay un buen samaritano dispuesto a
colaborar.
Pienso que, con
esta enfermedad de alguna manera, me ha ayudado a convertirme en una mejor
persona, aunque nadie piense así. A veces me hago la pregunta: ¿cómo hago para
caerle mal a todo el mundo? Bueno, tal vez sea un don.
No pretendo
gastar mi tiempo en imaginarme como serán los próximos años, a veces no sé qué voy
a hacer el día siguiente. La existencia se limita a 24 horas. Un día a la vez. Es
así en el Padre Nuestro, ”danos el pan de
cada día”. Qué bonita esa frase, me recuerda a mi papá.
Como las ideas
fluyen sin ningún orden, voy a colocar algunos pensamientos en el papel
(pantalla) como vienen a mi cabeza. La coherencia es enemiga de la inteligencia.
Una
característica de la EM es que es impredecible. Te sientes bien hoy, pero te
puedes sentir mal mañana. Sin ninguna razón aparente, los músculos se
entumecen, la debilidad me puede afectar en mis actividades normales, puede que
me levante bien y el día sea terrible. A veces pienso que la EM está
estacionada, pero al poco tiempo me recuerda que hay movimientos que me cuestan
más.
Intento no poner
freno a mis actividades por mi condición. Hago las cosas que están a mi
alcance. Pruebo nuevos subterfugios, en fin, en algunas ocasiones hasta intento
superar mis límites.
A medida que ha
pasado el tiempo, me he vuelto más lento. No sé si por causa de la fatiga, pero
si hago las cosas con una calma de monje de la edad media. Me tomo mi tiempo
para hacer mis cosas, no quiero decir con esto que descanso o tomo siestas
frecuentes, es algo como andar a 10 km/h. Lento que estoy con prisa. Hago todo
despacio pero siempre para adelante y me ha dado resultado. En algunas
ocasiones he querido ser como antes, rápido y furioso, pero los resultados han
sido negativos, por no decir fatales. Avanzo a un ritmo constante, a mi ritmo.
He quitado de mi
vocabulario la palabra comparación. No me comparo con nadie, inclusive con las
personas que tienen EM. Esto me hacía mucho daño pues sencillamente no era yo. Adoptar
otras personalidades no es mi fortaleza. Estoy seguro de que cada uno sabe de la
cruz que carga.
Me halaga
realizar cosas buenas, recomendadas por otras personas con mi misma condición,
pero no me equiparo con ellas. Si alguien hace algo bueno, como determinado
tipo de Yoga, lo intento hacer, pero de mi forma. Copio las cosas buenas, las
cosas malas las desecho.
Me he vuelto un
poco ermitaño, lo cual no es bueno. Aislarse, disminuir el contacto con otras
personas, no es muy católico que se diga, sin embargo, cuando siento que me
afecta, busco la compañía de mis amigos. No quiero decir con esto que no vale la
pena socializar, sino que disfruto de mi compañía. He descubierto que tengo
tantas cosas por hacer, que necesito un par de vidas para hacerlo. Leer,
dibujar, ver películas, en fin, tantas cosas. Puede ser que, al momento de
buscar compañía, no la encuentre, pero ese es un riesgo que lo voy a tomar.
El hecho que
tenga EM no significa que no puedo realizar las tareas “normales” significa que
debo realizar otro tipo de tareas. No estoy aquí para listar que puedo y que no
puedo hacer, hasta porque hoy es fácil, mañana puede ser difícil, o viceversa.
Si tuviera que
resumir que aprendí en esta década con mi EM, diría que dos cosas son
importantes: vivir un día a la vez y establecer mi propio ritmo. La vida es una
experiencia de aprendizaje. Un viaje donde poco a poco se va lejos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario