Sólo pensaba en aquel joven de diecisiete años, ex compañero de mi
hija, que se quitó la vida. Por alguna razón, que la propia razón desconoce,
saltó en lo oscuro y se llevó el secreto que hoy atormenta a su familia.
Intento refrescar mis pensamientos a cada instante, aprovechando mi
inseparable soledad metafísica. Hago números pero las cuentas no me salen: voy
a cumplir 48 años, serán 3 años de mí diagnostico oficial, 5 años de sentir los
síntomas de la EM y 1 año en silla de ruedas.
Mis pensamientos continúan intactos, mis fantasias siguen vírgenes y
mis deseos no han cambiado. Mi cuerpo usa la silla de ruedas, pero mi alma ni
siquiera cojea. Juntos, cuerpo y alma, caminamos por la vida buscando la
serotonina diaria que me ayude a mantener la llama encendida que da
vida a la vida. Gracias a Dios, no estoy solo.
Me dejo llevar por la insustentable leveza del perfume etéreo de la
realidad, esquivando meteoritos o lluvias siderales de problemas, serpenteando
rayos y tormentas solares. Pero mi mente me dice que en el horizonte sideral hay un
punto infinito al que debo llegar, a mi ritmo, sin premio de llegada.
Mismo que navegue en los rápidos rios del universo, entre las márgenes de
lo posible y lo imposible, a veces a la deriva y otras en completo dominio de
mi balsa, cargada de esperanzas y buenos recuerdos, gano aire al lanzar por la borda el lastre de los rencores y pesimismo, que se niegan a abandonar mi embarcación.
Percibo que periódicamente se avecina una gran tormenta, acepto que en
muchas oportunidades me dejo llevar por la corriente, quedo agotado y sin fuerzas. Sin
embargo, duermo y sueño que tengo fe, luego me despierto con los susurros de la esperanza.
Só pensava naquele menino de
dezessete anos, um ex-colega da minha filha, que se
suicidou. Por alguma razão, que a própria razão
desconhece, pulou no escuro e levou consigo o segredo que
atormenta a sua família hoje.
Eu tento atualizar meu
pensamento a cada momento, aproveitando a minha inseparável
metafísica solidão. Faço contas mas os números não pegam: vou fazer 48
anos, 3 anos do meu diagnóstico oficial, 5 anos que sinto os
sintomas da EM e 1 ano na cadeira de rodas.
Meus pensamentos ainda estão
intactos, minhas fantasias ainda são virgens e os meus
desejos não mudaram. Meu corpo usa uma cadeira de
rodas, mas minha alma nem sequer manca. Juntos, corpo e alma,
caminhamos pela vida à procura da serotonina diaria para me
ajudar a manter a chama acesa que dá vida à vida. Graças a
Deus, não estou sozinho.
Eu sou impulsionado
pela leveza insustentável do perfume etéreo da realidade,
esquivo meteoros e chuvas de problema siderais, raios e tormentas
solares. Mas minha mente me diz que no horizonte externo
tem um ponto infinito, que devo chegar, ao meu próprio ritmo, sem premio de
chegada ou beijo de namorada.
Mesmo navegando nas
corredeiras do universo, entre as margens do possível e o do
impossível, às vezes à deriva, às vezes em completo controle da
minha jangada, cheia de esperanças e boas lembranças, ganhando
ar para jogar fora o peso do rancor e pessimismo, que se
recusam a deixar o meu caiaque.
Sinto que, periodicamente,
tem sempre uma grande tempestade chegando, eu concordo que em
muitas ocasiões, me deixo levar pela corrente, fico exausto
e fraco. No entanto, durmo e sonho que tenho fé, então acordo com os
sussurros da esperança.
¡¡Sigue luchando, por favor!! Te mando mucho ánimo ¿cómo estás? ¿qué tal vas?
ResponderEliminarQué bello!!! Por qué has dejado de escribir? Espero que no sea porque faltan las fuerzas o porque esta compañera nuestra ha ganado terreno...Tengo EM, y he descubierto tu blog hace poco. Soy española, y te envío un abrazo muy muy fuerte...
ResponderEliminarGracias por tus palabras Miriam. Se me secó la tinta... La EM continua su camino... Un abrazo fuerte!
ResponderEliminarLuis, acabo de leer tu respuesta, siento no haber podido hacerlo antes, estoy absorbida por el diagnóstico, y la mala economía no me permite internet en casa.
ResponderEliminarQué tristeza me han dado tus palabras...No sé qué decir, porque a veces nada se puede decir, sólo entender y acompañar.
No tires nunca la toalla, aunque no tengas ya palabras para escribir, porque sólo el ejemplo de los que vais luchando por delante, nos ayuda y nos motiva a los que empezamos el camino más tarde. Ojalá al menos tengas fuerzas para leer esto. Pareces valiente por lo que escribes y seguro que eres más de lo que tú crees.
Un abrazo grande.