Los días se suceden. Pasan uno tras otro, casi desapercibidos, sin darme cuenta. No salgo a la calle, no tengo nada que ver, me siento atrapado en la inmensidad de mi cuerpo viendo las horas pasar. No puedo agarrar los minutos sin que pueda vivirlos.
Me cuesta digerir la vida, tragar el sueño. Vivo en un mundo que no es el mío. Mi teléfono no suena. He cambiado de canal. Ya no me interesa lo mismo de antes.
Sin embargo, mi visa continua vigente. Después del tiempo extra hay penaltis. Nada es una tortura pero siempre pasa la factura.
Irremediablemente, se acaba este tiempo y me encomiendo a todos los santos. Puede ser que la solución a mis problemas demore en llegar y temo, por momentos, que ya haya llegado y no me he dado cuenta.
A ratos me ahoga la espera y dudo que se convierta en un espacio para siempre. Volveré a repetir los mismos errores y tropezar en la misma piedra hasta aprender que no necesito aprender sino descubrir.
Luis, la verdad que no se qué decirte. La profundidad de tus palabras me hiela. Debes tranquilizarte (sé que es muy difícil), y seguir esperando. El transplante que te has hecho es el sueño de mucha gente, te deseo que todo vaya bien, aunque ya se sabe que es lento. ¿que te van diciendo los médicos?
ResponderEliminarUn abrazo.