30 mayo 2009

2:22

Eran las 2:22 am en mi reloj de cabecera cuando tembló. Fue un remezón impresionante, la cama se movía como gelatina. Yo sé que la hora oficial del terremoto es otra, pero por alguna razón cabalística se me quedó grabada la hora casera. Fue muy interesante el hecho de que no hicimos nada. Nos quedamos en la casa, ni siquiera bajamos al primer piso. Mis hijos llegaron al cuarto un poco asustados, comentamos lo sucedido pero no salimos corriendo a la calle.

También, corriendo es manera de decirlo, pues ni siquiera me pude saltar de la cama. Como es tan rápido el fenómeno - no sé cuanto duró, pero 30 segundos o un minuto pasa volando - no da chance de actuar tan rápido como quisiera. Estuvimos bromeando que me tenían que llevar cargado, pues velocidad es lo que menos tengo.

Después del susto, ya no pudimos dormir. El teléfono tocó varias veces. Me llamaron mis familiares y amigos desde Guatemala y EUA. Me quedé impresionado con la rapidez que se difundió la información!!! Gracias a todas las personas que quisieron saber cómo estábamos.

Al día siguiente, los comentarios en la calle eran una mezcla de buen humor y asombro por los daños mínimos que ocurrieron para un terremoto de 7.1 grados. Realmente, Dios nos protegió. Las actividades cotidianas continuaron con su mismo ritmo. La obra de mi vecino siguió con sus acostumbrados ruidos a partir de las 7:30 am, mis perros se encargan de avisar a que hora llegan los albañiles, las puntas y martillos se encargan de notificar que ya es hora de levantarse.

Falta ya menos de un mes de asumir la presidencia del Club Rotario y el trabajo voluntario se ha intensificado. Los shows que promovimos fueron un éxito, pero en términos de asistencia no tanto.

Estoy leyendo bastante, ahora le toca el turno a La Ciudad de las Bestias de Isabel Allende. Estoy en la fase de los autores latinoamericanos. Asumo que esta fiebre de lectura es para poder escribir mejor. Algún día aprendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario