Vivir, sin duda alguna es un privilegio y quien ha vivido un par de años, sabe que ese privilegio es caprichoso. Alguna otra gente le llama lecciones de vida. Prefiero pensar que es una mezcla de nuestro libre albedrío con la voluntad celestial. Son tan inesperados estos caprichos, que a veces se instalan como un bote de suero, otras veces son como un torbellino en alta mar.
Por eso, quien tiene el privilegio de vivir, ve como las urgencias se extinguen, siente como el fuego se tranquiliza y escucha cómo sus pasos ágiles se transforman en el ruido de ruedas bien aceitadas. Todo cambia, cambia la gente, cambia la familia, cambian los amigos, en fin, sólo el tiempo permanece igual: siempre cambiando, dejando rastros imborrables en mi cuerpo.
Hay mucha sabiduría en lo que has escrito.
ResponderEliminar