23 febrero 2014

El Edificio más alto del mundo


El teléfono tocó y una voz femenina muy cansada susurró: “el Jefe se encuentra aquí, señor”

Entró por la puerta con autoridad, me miró, muy convencido de su petición y me dijo: “Tiene que ser el más alto…” Claro que sí! le respondí, estamos trabajando en eso, señor. 

No había en la época, una construcción habitada más alta de 1,228.00 m con 236 pisos, pero el dictador de ese país quería una torre que llegara más alto, que tocara el cielo. Somos en la actualidad, 15 billones de habitantes y existen ciudades con hasta 112 millones de seres humanos, sin contar con las mascotas, claro está. Hemos crecido 40 veces de lo que teníamos en el Siglo XXI.

Los recursos naturales son muy valorizados y existen más de 7000 mil rascacielos en una ciudad mediana. Para tornar los servicios básicos, como agua, luz, teléfono, etc., accesibles a todos los urbanoides, y considerando la plusvalía de los terrenos vírgenes, las ciudades se desarrollaron también verticalmente.

Los Jefes de Estado actuales, se dieron cuenta muy tarde de que lo que afectaba a los países pequeños, se replicaba con mayor intensidad en los países “galácticos”. Ahora, el racionamiento de la lluvia se ha restringido a los países que están en época de verano. El agua, el sol y el viento, son los mayores bienes que una nación puede contar.

En la Liga Galáctica, hay ocho naciones que mantienen una reserva considerable de energía renovable y deciden como distribuirla, conforme a sus intereses, obviamente.

Me entretuve toda la semana en este reto. Cómo realizar algo diferente en esta selva de rascacielos, separados apenas por centímetros en algunos casos. No había salido humo blanco todavía. Revisando mis libros, encontré uno donde hablaba de la belleza, extinta de la Tierra algunas décadas atrás.

Tuvo que ser sacrificada para darle paso a la racionalidad. Sin embargo, la creatividad se reproducía exponencialmente. Era parte del día a día de la familia terrestre. Los valores ahora, son en función de las minorías, como los discapacitados: ciegos, sordos, miembros inferiores, miembros superiores, etc., prácticamente, actualmente en pleno Siglo XXX un miembro en cada familia tiene alguna incapacidad.

Probamos todas las alternativas estructurales posibles para conseguir que un edificio “llegara al cielo”, sin embargo, no podíamos superar los edificios existentes, faltaba una nueva forma de ver las cosas, las mejores soluciones son siempre las más sencillas.

El dictador dio un plazo impostergable: en tres días quería ver el edificio. La presión psicológica acostumbra ser un elemento detonante para tomar acción. Nos pusimos a trabajar en algo que era imposible, aparentemente.

Llegado el día y la hora, no tardamos mucho en llegar al sitio escogido. Escoltados por naves espaciales y motocicletas magnéticas, apartando del camino cualquier obstáculo, atravesamos la ciudad directo al las reservas naturales, reducidas a un 10% de tierra firme del globo.

Eran las 11:00 pm, con el cielo totalmente despejado, acompañados por Orión en el horizonte y divisando la mancha urbana de la Luna, convertida en planeta dormitorio. Estacionamos frente a un valle, que se divisaba desde lo alto y tomamos un control remoto.

El dictador buscaba la edificación por todos lados, miraba hacia el cielo, hacia los lados, al valle, en fin, y se estaba poniendo furioso, entre tanto, me concentre en revisar los circuitos una vez más, para asegurarme de que todo estaba en su lugar.

Antes de que estallara en cólera el megalómano, apreté el botón de encendido del control que estaba en mis manos y simultáneamente, más de doce mil reflectores de 3 KVa de potencia cada uno, clavados en el suelo, formando un cuadrado perfecto en planta, se iluminaron, haciendo llegar al cielo un paralelepípedo de luz, con una visión asombrosa desde el punto que estábamos apreciando el espectáculo.

Las personas que nos acompañaban, no dijeron una sola palabra. Admiraban la edificación más alta del mundo. El cielo estaba ahora al alcance de nuestras manos, pasó a formar parte de la ciudad, sin embargo, no podíamos tocarlo. Ironías de la vida.

22 febrero 2014

Lecciones del Tiempo


Vivir, sin duda alguna es un privilegio y quien ha vivido un par de años, sabe que ese privilegio es caprichoso. Alguna otra gente le llama lecciones de vida. Prefiero pensar que es una mezcla de nuestro libre albedrío con la voluntad celestial. Son tan inesperados estos caprichos, que a veces se instalan como un bote de suero, otras veces son como un torbellino en alta mar. 

Por eso, quien tiene el privilegio de vivir, ve como las urgencias se extinguen, siente como el fuego se tranquiliza y escucha cómo sus pasos ágiles se transforman en el ruido de ruedas bien aceitadas. Todo cambia, cambia la gente, cambia la familia, cambian los amigos, en fin, sólo el tiempo permanece igual: siempre cambiando, dejando rastros imborrables en mi cuerpo.