01 diciembre 2011

Terapia


<Pastel y crayola sobre papel, 8 x 11">

Todos los viernes, un grupo de amigos nos juntamos en torno de una mesa. Pero no es cualquier mesa, es la mesa del Dominó. Es un escenario que tiene sus propias reglas. Generalmente, llegamos de 5 a 7 aleros. Somos 4 jugando y a veces hasta 3 esperando. La mesa toma vida, salen dos, entran dos. Nos degladiamos para mantenernos en ella.

No se apuesta nada, no se habla, el juego es mudo, entretanto, se conversa sobre todo. Un clima de cordialidad invade el ambiente. Todos nos conocemos, algunos llevan más de dos décadas con el mismo ritual. Muchos ya dejaron este mundo y juegan en medio de las nubes. Casi todos, ex rotarios.

La mesa es de vidrio templado color bronce, de 1.00m x 1.00 m aproximadamente y  1/2” de espesor, aguanta el impacto de las fichas de marfil. Sí, las fichas no se colocan, se estrellan. El juego no tiene nada de pasivo. Las fichas se piensan, se acarician y se estampan con firmeza en el laberinto que avanza en la mesa.

Se bebe y se fuma. Ron, cerveza, cola y agua es lo que inunda el ambiente. Todos fumamos, cigarro y puro. Los cigarros se intercambian con los ceniceros, en una mesa que todo encaja perfectamente: las fichas, los apoyos de las fichas, hechos en madera de laurel, los ceniceros de vidrio cargados de colillas, los cigarros, la bebida de cada uno y la libreta para anotar los puntos.

Hacemos bromas, se grita, se vocifera, se putea. De la estrategia no se menciona nada, al menos aparentemente. Se colocan los asuntos en día, se hacen negocios, hablamos de todo.

El juego no tiene nada de infantil, no es sólo de poner el número que está en las puntas. Es lleno de estrategias, reglas, puntos y cálculos matemáticos. Las fichas se cuentan,  se intenta hacer pasar al adversario y ayudar a tu compañero cuando él es mano. Todos excelentes jugadores,  de campeonato, algún día los alcanzo.

A la hora de la cena, hacemos una pausa y compartimos los alimentos. Degustamos la comida, hecha por alguno de ellos. Costillas de cerdo, camarones al curry, churrasco, cada viernes es un menú gourmet. La mejor manera de crear comunidad es celebrar la comida. Eso hacemos.

Al final, después de casi 8 horas jugando, partimos a casa con el espíritu en paz. Esto para mí es una terapia.