Toque de Queda

Desde el lunes 21, por la tarde, cuando Honduras se dio cuenta de que el ex presidente Zelaya estaba refugiado en la Embajada de Brasil, la ciudad - y el país - han cambiado drásticamente su rutina diaria.

Por un lado, no creo que Mel haya escogido la representación de Brasil aleatoriamente. La posición de los funcionarios de la Embajada fue la correcta, consultar al Itamaraty. Una vez aprobado el refugio o protección, se formó el caos en Tegucigalpa.

Los vecinos fueron afectados por las turbas de delincuentes, manifestándose a favor de Zelaya, la imposición del toque de queda, impidió de realizar nuestro trabajo, sin contar con toda la incomodidad que genera la incerteza de poder salir a la calle.

Hoy, el Gobierno suspendió el toque de queda para que la población pudiera hacer sus compras y pendientes. Después de 36 horas, tuvimos 6 horas de tregua que fueron un infierno para mucha gente. Gasolineras llenas, supermercados abarrotados, embotellamientos, gente nerviosa, en fin, un pandemonium.

Sin embargo, para mi fue totalmente lo contrario. Hice varias compras, muy tranquilamente, de papelería y visité una residencia para revisar sus instalaciones para una futura venta de la misma. La casa estaba en perfectas condiciones. Un poco apretada pero con el espacio suficiente para los muebles. Es una residencia preciosa y en perfecto estado.

Confieso que quedé un poco cansado después de una hora y media que duró la visita. Probablemente por qué fue muy rápida la evaluación, dadas las condiciones políticas de hoy. También el día estaba muy caliente, creo que esto ayudó a sentir un poco de fatiga. Regresé a casa y pasé sentado frente a la computadora, alternando con varios dibujos que estoy haciendo y revisando las noticias acerca del toque de queda.

Finalmente, escucho que mañana la ciudad vuelve a la normalidad, si es que se puede llamar así, se suspende el toque de queda. No tengo ni idea de cuando puede resolverse totalmente esta situación. Tomas de calles, carreteras, puentes, vandalismo, etc. Los compromisos se suspenden, se posponen o se cancelan. Hay una tensa tranquilidad en la población que a cualquier momento estalla.

No quiero ni imaginarme de estar en medio de una manifestación. Ya me acostumbre a caminar despacio, pero seguro. Es más difícil superar los obstáculos de la ciudad que aceptar mi condición de deficiente físico. No tengo la menor pena, inclusive coloque en mi carro una calcomanía de deficiente, para poder "avisar" que me puedo estacionar cerca de las entradas. Pero subir gradas sin pasamanos, no poder estacionarme en lugares para deficientes porque hay un cono que no deja a nadie hacerlo, o quedar parado mucho tiempo en una fila, son más complicados.

En una publicación futura, quiero abordar este tema desde el punto de vista urbano. Tegucigalpa, una ciudad con mas de cuatro siglos tiene mucho por hacer en función de los deficientes. Antes no me daba cuenta, ahora voy a luchar por tener oportunidades. No digo derechos, pues suena a lástima, sino por calidad de vida para todos. Aunque es una batalla extemporánea, no será totalmente en vano. Mi mayor logro será que mi familia, mis amigos y mis amigas me apoyen...